Una de las investigaciones más solicitadas por las aseguradoras son las que tienen que ver con posibles fraudes en seguros de vida. En estos casos suele suceder que una persona finja su muerte en su país de origen para que sus familiares reclamen la indemnización, cuando en realidad sigue vivo. El objetivo de la investigación será localizar a la persona supuestamente fallecida y aportar pruebas irrefutables de que continúa con vida.

El absentismo por un accidente o enfermedad simulada total o parcialmente, es otra de los fraudes más comunes que afectan a mutuas y aseguradoras, además de los propios empresarios que deben cubrir este puesto. Las bajas fingidas más frecuente suelen ser las musculares y, sobre todo, las psicológicas (stress, depresión, ansiedad, etc.). En estos casos los detectives pueden ayudar realizando un seguimiento y vigilancia del trabajador para comprobar si sus rutinas son acordes con la dolencia declarada, y en caso de que no los sea recopilar las suficientes pruebas para poder tomar las medidas necesarias para reconducir la situación.

Existen casos de fraude a la Seguridad Social de personas que reciben prestaciones fraudulentas por incapacidad permanente. En este tipo de investigaciones es común encontrarse con personas que están desarrollando trabajos o actividades profesionales incompatibles con su baja por incapacidad laboral. Un seguimiento y acreditación objetiva de este tipo de comportamientos por parte de un detective y la elaboración de un posterior informe puede ser el punto de partida para terminar con esta picaresca que daña a empresas, aseguradoras y a la sociedad en general.